Breve respuesta
al doctor Evodio Escalante
1 “Nada impide que el autor de uno de los “peores” poemas del momento sea
también el autor de uno de los mejores. Quien no arriesga, no merece la gracia
de las Musas.”
Respuesta:
Exacto por esa razón en la nota a los
primeros 25 se apunta:
No queremos prejuzgar al respecto de la
totalidad de la obra de cada uno de ellos, simplemente se muestra un momento de
su quehacer, aunque debemos aclarar que muchos de ellos tienen no sólo un poema
para ser considerado en este ejercicio, algunos son persistentes en casi todo
lo que han publicado.
2 “Para que la selección tenga un
verdadero valor simbólico habría que encabezar la lista con los “peores” poemas
de Paz, Chumacero o José Emilio Pacheco. De otro modo la muestra es sólo
generacional y se confunde el gusto con la rencilla entre pares.”
Respuesta:
Se decidió que fuera una antología de
autores vivos, poemas “peores” los hay en todos los tiempos, pero quisimos
dedicarnos a los autores que ahora están publicando sus obras, no dudamos que
la obra de José Emilio Pacheco es de la mayor importancia para la lengua
española, quizá usted pueda proponer un poema de él.
3 “Algunos de los “peores” poemas son
para mi criterio bastante buenos o acaso regulares pero dignos de recordarse.
“Residual” de Esquinca es un poema muy defendible y coherente. Yo le pondría
tres estrellas. El “Autorretrato” de Eduardo Hurtado me parece bueno. Me
recuerda algo de Tablada pero exhibe un tono sarcástico impresionante que puede
inluso salpicar al lector (Gracias, Nicanor Parra). El texto de Daniel de
Juanes es uno de los sonetos mexicanos más interesantes que he leído en los
últimos meses. También tres estrellas.”
Respuesta:
El antologador siempre corre el riesgo
de ser excesivo en sus ideas y planteamientos, incluso de ser notoriamente
errático frente al universo a valorar; el poema de Esquinca recogido aquí es
una muestra de lo que alguna vez hemos llamado “prosa de Guadalajara” y que
permeó una década de lirismo entre la publicación de “El cardo en la voz” hasta
“El manantial latente”, prosa y verso que resultaba en una alta valoración del
significante y una pobre ejecución del significado: hermosas palabras que dicen
poco; de ahí que en la poesía escrita en esa década, encontraremos un arsenal
de venablos, ballestas, arqueros, y una parvada de mirlos, oropéndolas y
milanos. En el anuario de poesía de 1990 del INBA, además de aparecer un buen
poema de Raúl Salinas de Gortari, no se leía esta poesía tan extendida después,
sólo la sección que corresponde al Premio de Aguascalientes de ese año la
registra, esto nos habla de que sí cundió entre sus epígonos el ejemplo y para
mal. Pienso que de 50 poemas recogidos, usted ha defendido, con cierta lejanía
y poco entusiasmo, cinco, apenas un diez por ciento, sería deseable que al llegar
a cien, usted defienda diez, sigue siendo para el antologador un excelente
nivel de competencia, sobre todo en un lector de alta sensibilidad como usted, sin
embargo no descuido estas líneas de la primer nota:
Reconozco que en mucho de lo que reúno
aquí hay arbitrariedad del gusto, poco cuidado de mis valoraciones, antiguas e
íntimas representaciones de alta poesía que no todos comparten, en fin, humano
placer. Espero que los 75 poemas restantes figuren en esta reunión por sus
propios méritos y que sus autores consideren la mía como una lectura inocente y
hasta cordial de sus producciones, que el propósito es, sobre todo, ayudar a
las nuevas generaciones de poetas que acuden a los talleres literarios, a no
repetir la impericia de publicar todo lo que se encuentra en los cajones sin
pensarlo dos veces, ayudarlos a reconocer la buena poesía de la mala y aún de
la peor. No hay mayor justicia poética que la del lector frente al poema
desnudo, atrapa la atención y produce el pasmo estético y espiritual, o no
sucede nada, sólo sílabas vacías repicando en el desolado oído del hastío.
4 “La sección de “Reflexiones” que el
compilador agrega al final no es sino una jubilosa capirotada donde cabe todo.
Lo peor es que desprende un tufo de vejestorio reaccionario y de histérica
vuelta al orden. Como quien dice: No hagan olas.”
Sí, en esto estoy de acuerdo, procuraré
en las próximas reflexiones ser más cuidadoso. El tufo reaccionario e histérico
no estoy seguro de poderlo evitar, pues creo que el “crítico autoritario”
todavía late en mí sin yo quererlo. Por el contrario. El afán es hacer olas, muchas olas que fomenten tanto
el placer del extravío como el placer del reencontrarse. Ambos son búsqueda,
ambos son aventura estética.
Le agradezco su atenta lectura, ojalá
que estos ejercicios nos ayuden a todos a escribir y leer mejor poesía entre
los contemporáneos.
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